200 metros irrecuperables.

Transcurría una cálida tarde de un tranquilo 25 de Julio de 1996, la noche anterior fue bastante movida, sin duda, víspera de la fiesta de Santiago Apóstol. Dormí toda la mañana levantándome pasado el mediodía, cura razonable de sueño después de tan movida nochecita.

Hacia pocos días que ella había entrado en mi vida, morena, de pelo corto y con una mirada que te hacia quererla y no parar de abrazarla, era poca cosa, muy poquita cosa, rescatada de una muerte segura, la cosa que más quería, mi perra Chispa (Ahora el cupo se ha ampliado a mis siameses Obi y Yoda). Tenía apenas un mes y medio.

Todos se empeñaron en que la tenía que llevar conmigo, tan solo un paseo y vuelta a casa. El destino quiso que ese día no me apeteciese bajarla. Salí de casa, con la una sonrisa que parecía perenne, disfrutando de mis vacaciones del Servicio Militar, ¡je! me quedaban aun 5 días por disfrutar; ¡Y pensaba hacerlo a lo grande! Vaya, ¿Problemas con el aparcamiento? mi padre no tenia sitio para aparcar, así que me pidió que esperara a que moviera el coche a donde yo lo tenia bien aparcado en la puerta de casa.

Fueron únicamente un par de minutos lo que tuve que esperar, de todos modos ese día no tenía ningún tipo de prisa, es más, llegaba con antelación a donde me dirigía, a ese sitio a donde nunca llegué. Opte por relajarme, poner música, incluso me puse el cinturón de seguridad, esperando por mi padre y su coche.

Al fin arranqué mi coche, primera, segunda, tercera, cuarta…. todo transcurría normal, apenas había tráfico, día festivo y tranquilo. Acababa de llover, fue solo un rato, y todo estaba medio mojado. El recorrido era el habitual, podría haber tomado otros, pero siempre iba por ese, me resultaba el más corto, o quizás el que menos paradas tenía que hacer en semáforos.

Llegado a un cruce, vi como un coche iba a salir de la derecha, y sin mirar!, estoy acostumbrado a ese tipo de cosas, no soy de las personas que piensan que todos actúan como yo… si no todo lo contrario y puedo decir, que, sin duda, es la mejor manera de controlar el tráfico que circula junto a ti (Piensa mal y acertarás) de tal modo que en vista de la situación y sin mas dilación desplacé mi coche hacia el carril de la izquierda rebasando a el sujeto que, posiblemente seria el primer testigo de algo que acontecería en cuestión de segundos.

A lo lejos vi el siguiente cruce, pues sí, semáforos apagados, pero… ¿Qué mas recuerdo de tan dichoso cruce?. Como si de un sueño se tratase, todo desapareció de mi mente, absolutamente todo, 200 metros de recorrido y unos pocos segundos que acompañan a esa distancia.

Después la realidad se transformó en sueño extraño, y poco a poco la pesadilla se convirtió en realidad.

Abrí los ojos. Tan solo oía gente gritar, parecían bastante preocupados y, de repente, como si fuese algo inusual alguien grito más de lo normal diciendo «¡Está aquí!» o «¡Despertó!». No lo se, tengo tanto recuerdo como falta de memoria sobre ese momento. Todo quedo en silencio, un instante, para pasar de nuevo al griterío. Yo seguía en mi sueño como si fuera a despertar en mi cama e ir a la cocina a beber un vaso de agua, dar los buenos días y hacer mi vida otro día mas… no fue así.

La pesadilla se transformo poco a poco en dolor físico, dificultad respiratoria y desconcierto total de lo acontecido.

Ante mi primera reacción de dolor acudieron varios operarios de lo que imagine que seria un hospital, pero vagamente aun por que no recordaba el haberme levantado de mi casa, seguía despertando poco a poco, solo el dolor era el que me hacia sentir despierto, el resto, parecía sacado de una serie de ficción y yo el protagonista.

Ante los primeros «Tranquilo, no pasa nada, estate tranquilo que tu estado es bueno» o «Lo que tienes que hacer es tranquilizarte, no pienses en nada» empezaron a surgir irremediablemente rompeduras de cabeza.

Justo en ese momento fui consciente de que estaba despierto, que no estaba en mi cama, si no en la de una sala de Urgencias de un Hospital… ahora estaba tranquilo… los calmantes hacen milagros, no conocía el estado de mi salud pero sentía dolor en todas partes… pecho, piernas, cabeza, cara, brazos, todo me dolía, en ese momento me di cuenta de que nada mas abrir los ojos pensando que soñaba aun… realmente me cortaban la ropa con tijeras y me bajaban los pantalones con mucha delicadeza (siempre lo recordaré gracias al anuncio de Levi’s, aun conservo esos ídem que llevaba puestos)… y a la vez me di cuenta de qué era lo ultimo que recordaba, ese coche que salía por la derecha…

Los minutos siguientes fueron los mas angustiosos de mi vida, no lo puedo negar, empezar a oír comentarios sobre un accidente de tráfico del cual, yo estaba involucrado, y del que no recordaba absolutamente nada me hicieron caer en la cuenta de que posiblemente, y de la misma forma en la que me encontraba yo, se encontraran otros… irremediablemente caí en un pesar horrible, el hecho de haber podido matar a alguien, y no recordarlo me alteraron bastante. Todo eran evasivas, las enfermeras evitaban hablar conmigo, pese a tener dificultades para poder hacerlo, y la mascarilla de oxigeno que tenia puesta me oían perfectamente y me contestaban con evasivas. Comentarios sobre un camión, vagamente escuchados en la sala y mi constante plegaria de respuesta a mi pregunta «¿He matado a alguien?» entre en una angustia vital que no se la recomiendo ni a el peor de mis enemigos.

Pase un buen rato en observación, hasta que al fin pude ver algo familiar, mis padres acaban de llegar. Siempre recordaré cuando ambos se pusieron uno a cada lado de la camilla y agarraron sendas manos, quedándose mirando fijamente hacia mis ojos…

Fue el momento de estallar a llorar, tan solo surgían de mi boca dos frases, una de ellas interrogante, entre sollozos y lagrimas… «No me acuerdo de nada, no se lo que ha pasado» y «¿he matado a alguien?». La angustia me comía el alma por momentos, no me preocupaba de mi dolor, es mas, creo que no lo notaba, no se si debido a los fármacos, pero solo pensaba en esa pregunta.

Al fin, como si de un baño relajante se tratara, mi padre me explicó con detalle lo que había ocurrido, y haciéndome feliz por un instante al decirme que la única victima fui yo. Volvió mi dolor físico, mi situación se estabilizaba, me trasladaban a otra sala.

No se el tiempo que estuve en la otra habitación, tan solo se que fue eterno, no podía moverme, totalmente inmovilizado, traslados a radiografías, TAC’s (Tomografía Axial Computerizada, no lo olvidaré jamás), análisis, cables, mascaras, tubos, etc. y un único sonido a mi alrededor, Pi, Pi, Pi, Pi, Pi…Un aparato que marcaba el ritmo de mi corazón, y a la vez, me hacia recordar una canción que tenia un sonido parecido, y que siempre llevo en el coche, se trata de «Only Time Will Tell» de Mike Oldfield (Last.fm para oirla). Gracias a ese sonido y recordar dicha canción se me hizo un tanto mas llevadera la estancia en esa sala.

Mi pesadilla continuo cuando un hombre entró en la sala, diciéndose llamar Dios (como lo leéis) me hace levantar la mano derecha. ¿Juramento? es lo primero que se me paso por la cabeza así que levante con miedo la mano… y el insistía que un poco mas, mas, ¡MAS! La levante todo lo que pude. «¡Bien! ahora la izquierda…» Apufff… volví a respirar, pero… ¡¿Dios?! Si, Dr. Dios. Dr de Dios, o algo así se llamaba.

Acto seguido entro una mujer… «¿no te acuerdas de mi, hola?»… a lo que pensé «¡quién demonios es esta chica!”. «no… no recuerdo…”… «Soy yo…” y pronunció el nombre de la que entonces era mi novia. ¿Me estaba volviendo loco? primero Dios… ¿Y ahora esta chica es mi novia? no entiendo nada… no recuerdo nada…. ¡pánico otra vez!

Rápidamente ella me explico que era familiar de mi novia… ufff ahora ya recordaba… que mal trago…

Llego la hora de trasladarme a una habitación, el ingreso hospitalario en mi estado era obvio, empezaba a dolerme la cabeza.

Aquí ocurrió otra cosa que prefiero dedicarle tan solo un párrafo, y es la impotencia que sentí al tener que vomitar boca arriba ya que no tenía ni fuerzas para voltear la cabeza a un lateral. Esto tampoco se lo deseo a nadie.

Y este el día en que aun no he sabido ver en mi mente lo que mis ojos sufrieron ese 25 de agosto julio, en esos 200 metros de recorrido antes de que el camión se saltara el ceda el paso al estar apagados los semáforos, justo en el momento en que mi coche rebasaba dicho cruce.

Todos hemos visitado alguna vez un Hospital sea de visita o sea ingresado, así que mejor evitarme detalles de los que prefiero olvidar. Ahora cada vez que visito uno no puedo evitar pensar aunque solo sea un instante, el dolor, el miedo, angustia, de aquel 25 de agosto julio de 1996, el hambre que pasé durante casi un més, y a la vez, la suerte que tuve.

En este ingreso hospitalario surgio una de las frases que jamas olvidas, que surgen en un momento cualquiera «Eres uno entre un millón». Cuando surgen complicaciones en mi vida, me ayuda mucho recordar este tipo de frases para superarlos.

A nadie le deseo el tener que pasar por algo asi, pero desde luego, mi vida dió un giro total a partir de ese día.

Mañana cumplo 11 años de vida desde mi segunda oportunidad.